lunes, 26 de marzo de 2012

Lactancia Materna II

Después de nacer Carlota, al ser cesárea, me llevaron al post operatorio, donde al menos dejaron entrar a mi marido, no sé si se pueden llegar a imaginar en los hospitales, el sufrimiento que hacen pasar a las madres, apartándolas tantas horas de sus bebés recién nacidos.
Yo que evidentemente me encontraba mal, pues no es para menos, solo pensaba en mi niña, donde estaría, con quién, por qué tenía que estar separada de mi...
Debo decir que con el Pedro aún fue peor, esta vez intenté tener más paciencia, para poder pedir que me subieran rápido a la habitación, si te pones histérica, aún te hacen menos caso (esta es mi conclusión), pero la verdad es que estaba histérica, como no lo iba a estar, donde estaba mi hija? con que personas? sola? es un dolor que pienso se podría evitar, un sufrimiento, que no deja tampoco tranquilizarte ni tener un buen postoperatorio, estoy segura de que si nos dejaran tener allí a los bebés todo iría mucho mejor. 
Carlota nació en Sant Cugat, en el Hospital General de Catalunya, donde doy fe de que están trabajando para conseguir un lugar para poder atender al mismo tiempo a las mamás con cesárea y poder tener allí también a los bebés. Por ello, estoy feliz, pues las cosas aunque poco a poco, van cambiando.


Por suerte tuve a un enfermero estupendo cuidándome, y me prometió darme el alta rápidamente, yo le supliqué que por favor hiciese lo que pudiera lo más rápido posible. 


No sé ni que hora era, era de noche, eso sí, y Carlota nació a las 17:20, pero en Noviembre se hace pronto de noche... al fin vino un camillero, al cual no olvidaré a buscarme, me dijo que tal, le dije que muy mal, que quería ver a mi hija, que por favor me la dieran YA, se lo dije con lágrimas en los ojos, y el pobre de seguida me comprendió. Me explicó que no preocupara que íbamos primero a buscar a la niña, y luego a mi habitación.
Y así fue, picaron en una puerta con motivos infantiles, yo todo esto lo veía desde la camilla, y él salió con la cunita de Carlota, mi marido llevó a Carlota y el camillero a mi, así las dos ya estábamos juntas, yo no paraba de decir que la tenía que poner al pecho, y mi marido no paraba de repetirme lo bonita que era Carlota.


Al llegar a la habitación me pusieron en la cama, me acomodaron, y de seguida cogí a mi bebé, en brazos, no me lo podía creer, al fin, la tenía encima!!
Vino una enfermera para ayudarme con la lactancia, y estuve feliz al ver que todos estaban de acuerdo que debíamos poner a la niña al pecho YA. Para mí fue una gran diferencia de cuando nació Pedro, que fue en otro Hospital, pero tenía miedo, a pesar de habernos informado y de saber que el Hospital General son partidarios de la lactancia exclusiva hasta los 6 meses, hasta que no lo comprobé no me quedé tranquila.


Pusimos a Carlota al pecho, con la ayuda de la enfermera, muy dulce, me dijo que tranquila, que ella estaría allí solo para la lactancia, y que estaría toda la noche, estas palabras se agradecen mucho. 


Cual fue nuestra sorpresa al ver como Carlota se agarró fuerte y con ganas a mi pecho, como mi bebé, tan pequeña, con esa boquita tan chiquitita hacía tanta fuerza para mamar... lloré de felicidad, mucha, aunque sabía que esto no era aún una victoria, pero al menos habíamos empezado genial.


Carlota mamaba como una campeona, como si lo hubiera hecho toda la vida, a veces se quedaba dormida, pero seguía mamando, nos empezábamos a conocer, y mirarla mientras mamaba me dejaba anestesiada, no me lo podía creer, lo hacía genial, aunque en un pecho empezaron a salirme grietas, y cada vez que la ponía veía las estrellas. 
Por suerte, acudió en mi ayuda Gisela, una enfermera también de lactancia, y me dijo que cambiaríamos a la niña de posición para mamar, la pusimos en el pecho donde tenía grietas en la postura de rugby, y no podía ser, no me dolía, no me hacía nada de daño!!!


A pesar de haberme leído y releído "Un regalo para toda la vida" del Doctor Carlos González, debo decir que en esos momentos olvidas muchas cosas, y las emociones quizás te pueden, yo sabía perfectamente que si me dolía debía apartar al bebé del pecho y colocarlo de nuevo, pero el instinto maternal o no sé qué es, no me hacía sacarme a la niña, pues la veía comer y me quedaba embobada aunque me hiciese daño, por suerte Gisela me lo recordó, y así evité que las grietas me hiciesen más daño. 
A los tres días tuve la subida de la leche, ni lo noté, Carlota mamaba tanto, tan fuerte y tan bien que subió sola, sin dolor, sin fiebre, sin nada... genial, mis pechos goteaban una leche blanquita preciosa!!!


Al estar 6 días en el hospital pues los primeros días pude dedicarme en exclusiva a estar con Carlota, que hacía unas tomas larguísimas, se tiraba hasta hora y media en cada pecho... pero yo estaba encantada y muy muy feliz.
Salimos del hospital y Carlota había recuperado el peso perdido y había aumentado algo más, nos dijo el pediatra que lo estaba haciendo genial con la lactancia y que siguiera así en casa, a demanda, sin oír a nadie, tan solo atender a los movimientos, gestos o señales de mi pequeña. 
Es cierto que los bebés nos avisan de que tienen hambre mucho antes de empezar a llorar. Pueden empezar a moverse, despiertos, a chuparse los puñitos, Carlota ponía caras muy peculiares, nos hacía reír, pues es increíble la unión tan fuerte que se establece en tan poco tiempo con tu hijo, de seguida vas conociendo cada gesto, cada mueca... todo. 
Solo tenemos que observarlos, y poco a poco nos daremos cuenta de que sabemos perfectamente que le pasa. 


Una de las cosas que más gracia me hacían, y que ahora cada vez lo hace menos, era la forma de coger el pecho, el movimiento que hacía tan fuerte, como diciendo NO, con su cabecita, al rozar el pezón su carita, ella siempre hacía este movimiento, como si mi teta se fuese a fugar jejeje, supongo que es un movimiento reflejo, pero nos hacía mucha gracia, pues tan pequeña como movía con fuerza y firmeza su cabeza y se enganchaba al pecho siempre de la  misma forma. 


De momento, con 4 meses y 3 días Carlota se alimenta exclusivamente de lactancia materna. Mucha gente ya me ha empezado a preguntar que para cuando las papillas, que la fruta ya mismo no? que poco a poco debo retirarle tomas de pecho... que ya es mayor (esta es la mejor) ...  así que supongo que empieza de nuevo la lucha de tener que explicar a las personas de nuestro entorno que no... que tomará teta exclusivamente hasta los 6 meses mínimo... que luego introduciremos poco a poco nuevos alimentos pero nunca para substituir ninguna toma, si no como complemento a la lactancia... 
Imagino un duro camino que recorrer, por que es nuestra sociedad así, por que no está socialmente bien visto que un bebé de 6 meses siga tomando pecho... Y las personas que opinan, o se creen con el derecho de decirte lo mal que lo haces, son siempre mamás que no dan el pecho, o que lo dieron el tiempo necesario (tres meses) ... yo me pregunto, por que nunca es al revés??
Nunca oirás a una mamá que de el pecho a su bebé diciéndole a una mamá que le ha dado biberones y papillas desde los 4 meses decirle: ¿pero por que no seguiste con la teta? ¿tú sabes que la leche de fórmula no se parece absolutamente en nada a la materna? ¿no te has dado cuenta que le das papillas y lo escupe todo por que aún no sabe ni está preparado para tragar sólido?
Pues así es la vida, quizás nos deberíamos respetar un poco más, y dejar que cada uno alimente a su bebé como mejor lo crea no? 
No me atrevería nunca a decir a una mamá lo que tiene que hacer, yo puedo estar de acuerdo o no estarlo, pero es tan solo mi opinión, nada más.


Disfruto cada toma de Carlota con mucha intensidad, supongo que por no haber sido capaz de hacerlo mejor con Pedro, por no encontrar ayuda en ningún sitio, con Carlota ha sido distinto, también tenemos que decir que ahora vuelve a estar muy de moda, hace 9 años ninguna de las de mi curso de pre parto dio el pecho, creo que otra chica y yo somos las únicas que al menos iniciamos la lactancia, las demás directamente biberón. 


Espero y deseo poder seguir amamantando a mi hija durante mucho tiempo, es una decisión de las dos, y por supuesto del papi, sin su apoyo esto no sería tan fácil, la verdad. 


Laura JC

















jueves, 22 de marzo de 2012

MIS DOS ESTRELLAS

Quiero dedicar este post a mis dos embarazos que no llegaron a término, a mis dos estrellas.
Cuando mi pareja y yo tomamos la decisión de tener un bebé en ningún momento me planteé la idea de que si me quedaba embarazada algo podía salir mal, jamás, ni se me pasó por la cabeza. Quizás fue debido a que con Pedro todo fue genial, nunca tuve ningún problema. 
A finales de setiembre de 2010 mi segundo test da positivo (digo segundo por qué el primero fue el de Pedro 8 años atrás), no os podéis imaginar nuestras caras, nuestra ilusión, quería correr, gritar, decirlo a todos mis seres queridos, compartir tanta felicidad!!
Estaba de 6 semanas cuando fuimos a la primera visita, donde me hicieron una eco, mi querido ginecólogo el Dr Jimenez, era la primera vez que me visitaba él, y yo no sabía aún la de visitas que compartiríamos...
Se vio una bolsita, muy pequeña, en un principio todo estaba genial, no había nada extraño, pero es que tampoco me lo planteé, era tanta la felicidad que me invadía que solo pensar que en 9 meses sería mamá otra vez me bastaba.
Nos dio cita para las 8 semanas, y yo seguí mi vida normal, mi trabajo, para aquel entonces daba clases de informática a personas mayores, llevaba cuatro grupos de 15 "abuelitos" encantadores y maravillosos, pero estaba todo el día fuera, y lo combinaba con mis estudios de primero de carrera, que acababan de empezar.
Todo parecía perfecto, lo dijimos a la familia, y a los amigos más allegados, y repito en ningún momento pensé que algo podía fallar, que algo podía marchar mal, nunca se me ocurrió, estaba radiante, feliz, mi hijo Pedro estaba encantado, tendría un hermanito/a que tanto había deseado!


Era viernes, no se me olvidará en la vida. Habíamos quedado con unos amigos,  yo los viernes no trabajaba, tenía fiesta, daba clases de lunes a jueves. Recuerdo que me empecé a encontrar muy mal, mucho, me dolía mucho la tripa, y me mareaba. Pero lo achaqué a la tensión de toda la semana, al estrés, y los nervios del trabajo...
Cuando llegamos a casa preparamos una cena, estuvimos compartiendo, y me tuve que sentar en el sofá pues tenía unos pinchazos enormes en el vientre. Algo se retorcía en mi interior, y me asusté, pero nunca llegué a pensar que algo iba mal...
Por la mañana desperté algo mejor, pero cuando fui al lavabo comprobé que mis braguitas se habían teñido de rojo. Esa imagen no se me borrará, el miedo que sentí como una niña pequeña me quedé llorando en el lavabo, no sabía que hacer, no podía levantarme, era como si el mundo se hubiera paralizado, como si solo quedase yo y aquella sangre viva que salía de mi interior... mi pareja (aún no estábamos casados) acudió corriendo al oírme, y de seguida me ayudó a incorporarme, a vestirme y nos fuimos al hospital.
Allí me hacen una eco, y no se ve nada... absolutamente nada, habían pasado 2 semanas desde la primera eco, y según el doctor de urgencias seguía estando de 6 semanas... nos mandó a casa, reposo, y a esperar, pues podría ser que al estar de tan poco fuesen pérdidas normales, o un indicio de aborto. Tuvimos que esperar y nos dio las pautas a seguir, y teníamos que volver a la consulta, que era la visita programa que tenía de las 8 semanas. 
En casa, en el sofá, no podía dejar de llorar, por suerte ese fin de semana mi hijo Pedro estaba con su padre, y no tuvo que verme así, como ida, como si no fuese yo, como que me estaban arrancando algo muy grande de mi ser... la pena, la angustia me invadían, no podía pensar, no podía hablar, no quería nada, solo dejar de sangrar... pero no ocurrió... sangré menos, eso sí. 
Y al llegar a la consulta, me acompañaban mis padres y mi pareja. Me hizo una eco, y me dijo lo que yo no quería oír... no había bebé, no había nada, no estaba... se había desvanecido, mi amor, mi ilusión, un trozo de mi vida se fueron también con él o ella... 
Al día siguiente el gine me intervenía... lloré, lloré sin parar, recuerdo a Carolina, una enfermera de ojos preciosos, que no me soltó la mano en ningún momento, y al anestesista que me dijo: La próxima vez que te pinche será para tener tú bebé, eres joven y estás sana, no te preocupes.


Pero sí me preocupaba, y mucho. El gine me trato con una delicadeza extrema, con unas palabras dulces, con mucho ánimo y actitud positiva, nos dio el alta al pasar varias horas, y nos dijo que esperáramos tres reglas, y que para Reyes de nuevo estaría embarazada...y así fue.


El como me sentí es algo que creo no puedo explicar, es un vacío, es una pena tan grande, un dolor tan hondo, que jamás había experimentado, jamás, es como un duelo, como que algo dentro de ti nunca volverá a ser lo mismo... Y nunca lo fue.


La vida continua, y perdí mi trabajo, pues acabaron los cursos, quedaban dos clases, pero ellos a pesar de entenderme, y respetarme, no volvieron a llamarme nunca más... Esto es algo que no ayuda en nada... Pues ya no había bebé, ya no había trabajo... Más horas para pensar, más horas para lamentarse... no te ayuda nada...


En navidad nos fuimos a París, un viaje maravilloso, donde Joan Carles me pidió matrimonio con un anillo precioso en la Torre Eiffel, que nos hizo animarnos, volver a enamorarnos y salir un poco de la rutina, y de la sensación de angustia por la pérdida. Lo pasamos realmente genial, Pedro estaba encantado, y yo empecé a sonreír.


Como dijo mi querido Dr Jimenez, para Reyes de nuevo quedé embarazada, y mi pensamiento era: Es imposible que nos pase otra vez. Esta vez irá todo bien, tiene que ir bien.


Pero la experiencia nos decía que mejor no alegrarse mucho hasta ir al médico...Me hice el test un lunes, tenía 7 días de falta, dio positivo, mi tercer positivo en mi vida...Puedo decir que nos alegramos, pero no nos brillaban los ojos, ni a él, ni a mi... el miedo invadía nuestros corazones, y por dentro quería saltar... pero no podía.
Me encontraba bien, pero iba al lavabo cada diez minutos...
Volvia a ser viernes, mi pareja estaba en una reunión en Barcelona. Yo estudiaba en casa, pues los exámenes eran en febrero, me quedaba muy poco, y tenía 5 asignaturas, que con mis ánimos había abandonado un poco la carrera, y la verdad los estudios me ayudaron a salir adelante, eso y la sonrisa de mi hijo, y el amor de mi pareja. 
Fui al lavabo, estaba esperando que llegaran del cole mis padres con Pedro. Y merendaríamos juntos, ellos sí sabían que volvía a estar embarazada. Pero el niño no.
Fui a lavabo... y otra vez, ¡otra vez! no podía ser, estaba soñando, era una pesadilla, otra vez esa soledad, otra vez algo se me arrancaba de mi interior impidiendo crecer a mi bebé, otra vez la imagen de mis manos teñidas de rojo... grité, grité con fuerza, lloré, sentí mucha rabia y dolor, y me quedé sola, otra vez sentada en el lavabo...
No tuve fuerzas para levantarme, pero al final lo hice... llamé a mi madre llorando, ya estaban llegando a mi casa, en dos minutos estaban allí...
Llamamos a Joan Carles y vino volando de Barcelona... no se lo podía creer...
Fuimos a urgencias, y en la eco no había nada... NADA, otra vez nada, había una gran hemorragia que confirmaba un nuevo aborto, esta vez bioquímico... pero aborto igual.


El dolor que sentí y que siento al recordar estos momentos, el que la gente te diga que es normal, que les pasa a muchas mujeres, que somos jóvenes y tenemos mucho tiempo... de nada me servían, solo para tener más rabia, solo para desear gritar mucho más fuerte, para que mis bebé volviesen a mi, para que anidaran en mi útero dándome la fuerza y la vida... la vida que se me habían arrebatado sin preguntar... sin contar con mis sentimientos, sin pedir permiso... 


Esta segunda vez fue duro, pero no dolió de la misma forma, pues solo estuve embarazada conscientemente 5 días... o quizás el dolor de la primera pérdida aún invadía mi corazón y no tenía más lugar para más tristeza...


Decidimos no pensar, no buscar, no contar ni días, ni reglas, ni nada de nada, decidimos preparar nuestra boda, decidí seguir con mi carrera, aferrarme a ella, y a mi familia. Por suerte empecé a hacer sustituciones en una empresa de monitoras de comedor, y me llamaban casi cada semana, eso me animó bastante, me quedé como sustituta oficial en una Llar d'Infants, mi clase era la de los bebés, y allí conocí a una gran educadora y persona Bego.


Era marzo, marzo de 2011, un mes muy importante en nuestras vidas, y no sabíamos que aún lo sería más.


No sabía ni cuanto hacía que no me venía la regla... ni lo quería saber. Pero me empezaron a dar unos dolores fuertes de cabeza, y decidimos hacer un test, pues no quería tomar ningún medicamento bajo ningún concepto.
Estábamos cambiando las sábanas de nuestra cama, y decidimos hacer el test. Lo hicimos y lo dejamos en el baño, seguimos haciendo la cama... no queríamos mirarlo... no quería saberlo... no sé si me dolería más un Sí que un No.
















Al final fuimos, y... dio positivo, mi cuarto positivo. Nos abrazamos, pero aunque me duela decirlo... nos abrazamos con tanto miedo, que no hubo lugar a la ilusión, a la alegría, al amor... viví mi primer trimestre con angustia, con impaciencia, con temor... a las 10 semanas se veía perfecto, un bebé pequeñito que bailaba en mi interior...Debo decir que me visitaron cada 15 días y que cada visita era un alivio, pues todo evolucionaba perfecto, el gine me dijo en la primera visita de 7 semanas: Laura esta vez SÍ.


Y así fue, y así es... aquí está encima mío mamando mientras os escribo este post, nuestro bebé Carlota llegó, me acompañó durante 39 semanas y 3 días. Me llenó de felicidad, me devolvió la sonrisa, la alegría, las ganas de luchar, de disfrutar, de ser mamá.


Pero nunca podremos olvidar a las dos estrellas que también acompañaron a mamá, aunque fue poco tiempo, también formaron parte de mi vida, de mi cuerpo, de mi corazón. Desde aquí deciros que os amo pequeñas estrellas!


Laura JC





martes, 20 de marzo de 2012

23 DE NOVIEMBRE DE 2011

Carlota es mi segunda hija. Una niña preciosa que vino al mundo el 23 de Noviembre de 2011 a las 17:20 horas, pesando 3,780 kg y 49 cm.


Debo decir que después de mi divorcio y de años dedicada a trabajar y a mi hijo Pedro, mi idea jamás fue enamorarme de nuevo, y mucho menos tener más hijos, de echo tengo un gran tatuaje en la espalda sabiendo que no podría ponerme una anestesia epidural.


Pero llegó a mi vida sin darme cuenta, y sin buscarlo de nuevo el amor. Tras dos años de relación y uno de vida en común la ilusión de ser padres rondaba nuestros corazones.


Carlota se resistió a llegar a nuestras vidas, y después de dos abortos, uno con intervención, y otro bioquímico, tras esperar las semanas correspondientes, tras muchas visitas a mi querido ginecólogo el Dr. Miguel Angel Jimenez al que adoro, volvimos a intentarlo, después de muchas lágrimas, de no entender el por qué, una vez más (la tercera) el test dio positivo.


Tras un primer trimestre de miedos, de nervios, y de visitas cada 15 días, parecía que todo iba genial, que nuestro bebé estaba perfecto y feliz. 
En la semana 16 nos dijo que era una niña. 


Y hasta la semana 18 no la noté por primera vez, vivir otra vez esa sensación, notar una vida en mi interior, después de tantos años, la emoción, la sensibilidad a flor de piel, los sentimientos, los recuerdos de sentir a Pedro...
Tuve muchas nauseas hasta la semana 26, muchas, cada día, pero estaba tan feliz, que no me importaba nada. 
Me examiné de 6 asignaturas de primero estando de 17 semanas, con unas nauseas horribles, y con la sensación de no saberme nada, pero aprobé con éxito todas las asignaturas, mi primer año de carrera terminado, mi boda en breves días, y mi segunda hija en camino, todo genial.


Cumplía el 27 de noviembre, y el día 22 de noviembre por la mañana tuve una visita en la que me hizo un tacto vaginal y una eco, todo en su sitio y sin dilatar. Nos fuimos felices a casa, a seguir esperando. 
Por la tarde asistí en directo a una clase de la uni, de Técnicas de Expresión Oral y Escrita, y comenté que estaba a punto de cumplir, varias compañeras me dieron ánimos y fuerzas para seguir estudiando hasta el que sería (sin yo saberlo) mi última noche embarazada.


Los dolores empezaron a las 2 de la madrugada, esta vez sí, supe que estaba de parto, algo en mi interior me decía que mi niña quería nacer, que era el momento, pero que debíamos esperar en casa hasta dilatar un poco más.


Carlota se colocó de tal manera que clavaba sus piececitos en mis costillas derechas, y no era el dolor de las contracciones lo que no me dejaba respirar, si no mi niña empujando fuertemente, así que a las 6 de la mañana nos fuimos para el hospital donde ingresé dilatada de 3 cm, aún no sé si es mucho o poco o si debimos esperar un poco más.


Tras horas de contracciones, de mini paseos por la habitación, me tumbaron (cosa que me provocó más dolor) y me pusieron el monitor. Todo marchaba bien, y según mi comadrona Carlota si todo seguía así nacería por parto vaginal, yo no me lo podía creer, y la emoción me invadía, pero al estar tumbada el dolor en las costillas era casi insoportable, aunque no dije nada, con mi marido a mi lado en todo momento, estaba tranquila, aunque deseando verle la cara a mi niña.


Al fin me pincharon la epidural, el anestesista que resultó ser un chico maravilloso, pudo pincharme con el tatto, increíble también!!


En uno de los últimos tactos, estando ya dilatada de 10 cm la comadrona me informó que Carlota había girado su cuello, y que iba a llamar al ginecólogo. Llegó enseguida el Dr. Jimenez, y me dio la noticia: tenía que hacerme una cesárea.


Yo no dije nada, no pude reaccionar, él fue muy suave y cariñoso pues sabía perfectamente lo que yo deseaba parir a mi hija... 
Era por su bien, si lo intentábamos vaginal podría haberse echo mucho daño en el cuello, no podíamos arriesgar...


La decisión estaba tomada, evidentemente la salud de mi hija era lo primero. Y mi médico me lo explico perfectamente.


Silencio. En mi interior solo oía un silencio, como ausente, allí me quedé en la cama, sin ver ni mirar a nadie, sin oír... sin llorar... otra cesárea, no podría saber lo que es parir a un hijo... otra cesárea... horas de post operatorio sin mi bebé... y la lactancia qué?


Entre en quirófano, me despedí de mi marido, y empecé a llorar... lloré mucho, tanto por dentro como por fuera, tanto por la emoción como por la pena...


Ví salir a mi niña y la oí llorar, y de seguida me la pusieron encima, una vez más, una imagen que nunca olvidaré, la carita de mi niña, ese rostro tan bonito, ese olor tan especial, mucho pelo, muchísimo pelo... un pelo negro azabache que me enamoró.


Lloré, lloré tanto que me escuchó mi marido que estaba fuera tras la puerta. Mi hija estaba aquí, volvía a ser madre, una gran emoción invadía mi interior, ya no sentía nada, ya no había dolor... solo ella, su carita. La vistieron muy rápido y Lidia la comadrona me la volvió a traer, Carlota me miró fijamente, sus ojos, su carita igual que papá, su mirada me cautivó y entonces lloré de felicidad.


Laura JC






lunes, 19 de marzo de 2012

11 DE MARZO DE 2003

Cumplía 22 años, era el 3 de julio de 2002, y ese día tenía que venirme la regla, pero como deseaba quedarme embarazada decidí hacerme una prueba de embarazo, pues si daba positivo sería el mayor regalo que podría recibir.
Eran las 5:30 de la mañana, antes de ir a trabajar hice pipí y metí el palito...
No pude contener mis lágrimas, no pude contener la gran emoción que invadió mi cuerpo, al ver que aquellas dos rayitas rosas indicaban que: ¡Iba a ser mamá!

Por poco llego tarde a trabajar, con la emoción, los nervios, no sabía que hacer, o si mis compañeras notarían que estaba demasiado despierta y alegre para ser tan temprano...

Estaba de 14 semanas cuando un día por la noche, estando sentada en el sofá después de cenar, noté como un relámpago recorría mi vientre... como un calambre de energía, que me despertó un gran amor. Pregunte a la comadrona, pues pensaba que eran gases, y ella me dijo: ¡Es tu bebé! 
Después no noté nada hasta la semana 18, que era como unas burbujitas dentro de mi, unas burbujitas de mucho amor. A partir de aquí lo notaba cada día, y creo que es la experiencia más bonita, y más placentera que he sentido jamás.

Tuve un embarazo muy bueno, a las 20 semanas nos dijeron que era niño, y pensamos en su nombre: Pedro.

Mi fecha probable de parto era el 10 de marzo de 2003. Unas 7 semanas antes, tuve que coger la baja, pues parecía que Pedro quería nacer, y desde el hospital me recomendaron reposo absoluto hasta nuevo aviso.
No me fue mal, pues pude dedicarme a tejer una mantita, un jersey, y a disfrutar de mis últimos días colocando una y otra vez las cosas en su sitio, lavando infinita veces la ropita, planchando una y otra vez... el complejo de nido se apoderó de mi, pero yo me sentía la mujer más feliz del mundo. 

Eran las 5 de la mañana del 11 de marzo de 2003, me desperté con unos pequeños pinchazos, contracciones sin dolor, y mucho pis (lo del pis era muy muy normal).
Me puse a hacer punto, intenté distraerme, di un paseo... y los dolores empezaron a ser cada vez más fuertes.
A las 9 me duché y a las 9:30 fuimos hacia el hospital, pensando que me dirían que aún no era el momento... no supe diferenciar si estaba de parto o no, pero las contracciones dolían bastante.

Me examinaron, y sí, estaba de parto, por fin, era el día, no nos lo podíamos creer, cuanta emoción, y sentí miedo, alegría, y preocupación, muchas cosas a la vez... La comadrona me rompió la bolsa y me examinó, diciéndome: Traes un niño de 4 kilos, y nunca lo podrás parir por ti sola. Pero lo vamos a intentar.

Yo quería un parto vaginal, era lo deseado, era lo que me tocaba, era mi ilusión, jamás me planteé otra alternativa, que decía aquella señora...

Estuve sola (echaron al padre de mi hijo) durante 5 largas horas, sola, dilatando, asustada, sufriendo, pero con fuerza y amor hacia mi bebé, al cual oía su corazón por el monitor. Mis lágrimas se saltaban, pues no me dejaban moverme, estaba tumbada y muy incómoda, pero resistí sin quejarme, pues no eran muy simpáticas. A las 14 horas dejaron entrar a mi marido, que al verme allí se asustó bastante, pues mi cara debía ser un poema. Decidieron ponerme la anestesia epidural estando dilatada de 8 cm, o eso me dijeron. Al hacer efecto noté relajación, pero tanta que no podía ni mover las piernas, no era yo, me sentí angustiada, pues la mitad de mi cuerpo incluyendo a mi bebé habían desaparecido. Pero al preguntar solo obtuve la respuesta de: Estas primerizas...
Pues sí, por supuesto, era primeriza, o es que ¿acaso no todas las mujeres somos primerizas alguna vez?
A las 18h me volvieron a examinar, la anestesia se me había pasado y empecé a notar unos dolores muy fuertes, sumados a las largas horas de inmovilidad, pensé que me moría, pero no dije nada. Estaba deseando ver la carita de mi hijo, y eso me compensaba el dolor.
Al examinarme empezaron a correr, echaron a mi marido, me llevaron rápidamente a un quirófano y me dijeron mientras me preparaban que había que hacer una cesárea, pues el niño no respondía. Pase mucho miedo, muchísimo, lloré de rabia, de impotencia y de soledad. Pero eran las 18h 18 min cuando oí el llanto de mi bebé, Pedro había nacido, me mostraron su carita, lo besé, y lloré... Mi hijo nació sano, pesando 3,950 kg y 52 cm, era el niño más bonito que jamás había visto. Ese momento quedaría grabado en mi mente y en mi corazón para siempre, aunque aún no lo sabía.
En esta foto Pedro tiene un día de vida, y lleva el jersey que yo le tejí. 
Pedro ha sido durante 8 años y 8 meses mi único hijo, y el amor de mi vida. Hasta que llegó su hermana, Carlota, pero será en otra publicación.

Laura JC

MI BLOG, UNA NUEVA AVENTURA.

Hola a tod@s, bienvenidos a mi blog.
Me llamo Laura Jaime Conejo, tengo 31 años, soy mamá de dos hijos maravillosos, Pedro de 9 años recién cumplidos, de mi primer matrimonio, y Carlota de casi 4 meses, de mi segundo y actual matrimonio. 
Soy Educadora Infantil, y actualmente estudio 2º curso de Magisterio Infantil en la Unir.
Durante mi segundo embarazo he querido asesorarme sobre lactancia materna, gracias a un libro que me recomendó mi amiga Raquel, "Un regalo para toda la vida" del Dr. Carlos González, al que yo no conocía de nada.
A partir de aquí he ido conociendo a personas maravillosas que me han ido guiando y asesorando en temas tan interesantes como el porteo, gracias Pre Papá por ponerme en contacto con Gemma de Porteo Natural,  crianza con apego, tras leer "Bésame mucho", también del Dr. Carlos González, y más personas a las que estaré eternamente agradecida por mostrarme tantas cosas que me faltan todavía por aprender. 
En este blog quiero compartir mis vivencias sobre maternidad, mi experiencia trabajando con niños y como futura docente, mi vida de estudiante, madre y mujer. Y también mis aficiones, como son la literatura, cuentos para niños, arte infantil, y distintas cosas que me vayan interesando para poder compartir.
Empezamos una nueva aventura a través del blog.


Laura JC